El ambiente también está contaminado con antibióticos

El ambiente también está contaminado con antibióticos

Artículo de Caty Ordóñez, periodista cuencana

La resistencia a los antibióticos ha sido declarada por la Organización Mundial de la Salud, OMS, como una de los diez problemas de salud que enfrenta la humanidad y que deben ser superados con urgencia. El uso inadecuado de antibióticos en la salud humana, animal y vegetal han acelerado la resistencia.

Según estimaciones, alrededor del 70% de los antibióticos que se producen a escala global son utilizados en la crianza de animales, como promotores del crecimiento o como tratamiento profiláctico para compensar las malas condiciones de crianza animal.

En ese contexto, ReAct Latinoamérica, programa que trabaja en la región promoviendo acciones para la contención de la resistencia bacteriana a los antibióticos, junto con organizaciones sociales de América Latina, preocupadas por los impactos que tienen el uso inadecuado de antibióticos y la diseminación de la resistencia a través de los sistemas alimentarios, organizaron un foro virtual en el que se abordó con personas expertas y académicas, así como representantes de los organismos multilaterales, acerca de la cría intensiva de animales, el uso de antibióticos y la resistencia bacteriana.

El foro

Carola Cedillo, pediatra cuencana especialista en Infectología fue la primera expositora del panel internacional virtual “Cría Intensiva de animales y resistencia bacteriana a los antibióticos”, organizado por React Latinoamérica.

Cedillo manifestó que varias enfermedades que afectan a los humanos están estrechamente relacionadas con otras especies y que podríamos definir a la resistencia bacteriana a los antibióticos, como la capacidad de una bacteria para sobrevivir a concentraciones de antibióticos que inhiben a otras de la misma especie, es decir la pérdida de la eficacia de los antibióticos.

Arturo Quizhpe, coordinador regional de React Latinoamérica, señala que la pérdida de efectividad de los antibióticos, tendría graves implicaciones en el funcionamiento de la medicina moderna, porque un mundo sin antibióticos significa volver a una época sin trasplantes de órganos, sin prótesis de cadera, sin muchas cirugías que hoy son de rutina. Un mundo sin antibióticos implicaría millones más de mujeres que mueran durante el parto, imposibilidad de la quimioterapia para el cáncer, etc.

Sin un cambio radical en el uso de antibióticos, la resistencia a los antibióticos se convertirá en una de las mayores amenazas para la humanidad, para la seguridad y para la economía global, señala Carola Cedillo.

La Organización Mundial de la Salud (OMS) dice que si no se toman medidas ya, para el año 2050 prácticamente la totalidad de los antibióticos serán ineficaces para prevenir y tratar enfermedades humanas.

¿Por qué se usan antibióticos en la cría intensiva de animales?.

Francesca Schiaffino, veterinaria, epidemióloga y docente de la Universidad Cayetano Heredia de Perú, indicó que los reportes actuales indican, que del 70 a 80% de los antibióticos en Estados Unidos se aplican a los animales. 

Los seres humanos consumimos esta carne, que ya tienen resistencia a los antibióticos y también originamos el problema.

La Organización Mundial de la Salud (OMS) publicó una lista de antibióticos de importancia crítica para la salud animal, como el Campylobacter, que es la principal causa bacteriana de diarrea en niños, en países en vías de desarrollo. 

Los investigadores dicen que la bacteria Campylobacter se introduce en los seres humanos por medio del consumo de la carne de pollo.

Lucas Alonso, investigador posdoctoral del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas de Argentina fue otro de los expositores, quien explicó que los antibióticos que se aplican a los animales, tienen varios usos: el terapéutico es para tratar enfermedades de manera efectiva, pero también tienen un uso preventivo, para contrarrestar el hacinamiento y la poca de higiene en la cría de animales de forma intensiva; y por último como promotor de crecimiento, para acelerar su producción y venta.

Una gran parte de los antibióticos  que consumen los animales, no se asimilan y se eliminan por medio de las excretas. En China en 2015, 46.000 toneladas de antibióticos fueron excretadas por animales, especialmente en la cría de cerdos.

No hay sistemas de tratamiento efectivos para eliminar los antibióticos de estos desechos, y además en países subdesarrollados, estos sistemas no tienen la capacidad para eliminarlas de forma adecuada, y el rebalse puede alcanzar cuerpos de agua cercanos y contaminarlos.

Luego de China, los mayores contaminadores son Estados Unidos, Canadá, parte de Europa. De América Latina no hay información sobre este tema, dijo.

En Argentina se hicieron estudios, donde se vio que los afluentes de agua pequeños y grandes, cerca de sitios de cría de pollos, cerdos y ganado vacuno, presentaron los niveles más altos de contaminación por antibióticos, porque reciben excretas crudas. Se conoce que 6 de cada 10 cursos de agua presentaron por lo menos 1 antibiótico en su composición.

La reutilización de estos desechos  como abonos en campos de cultivo, es otra forma de contaminación.

El coronavirus y la ganadería intensiva

Colin Nunan, asesor científico de “Aliance to save our antibiotics”  cofundada por Soil Association Compassion in World Farming and Sustain UK”, expuso el tema “El coronavirus y la ganadería intensiva”. 

Aquí se exploraron las conexiones entre las enfermedades emergentes, la ganadería intensiva y el uso de antibióticos en el contexto de la pandemia de la COVID-19.

Al igual que en los brotes del SARS, el MERS y el Ébola, la vida silvestre parece estar involucrada en la emergencia de la COVID-19.

Los científicos sostienen, cada vez más, que el creciente número de patógenos transmitidos a los seres humanos por la fauna silvestre está relacionado con la pérdida de biodiversidad: el crecimiento de la población, la apertura de carreteras, la tala de bosques y la minería están trastornando gravemente los hábitats, “hacinando” a los animales salvajes, poniéndolos en contacto cercano con asentamientos humanos y, por ende, creando más oportunidades para la transmisión de enfermedades.

Sin embargo, la principal causa de la pérdida de hábitats y biodiversidad es la expansión de la frontera agrícola, debido a la eliminación de bosques para la siembra de pastos o cultivos comerciales, incluyendo alimento para el ganado criado intensivamente.

Algunos científicos están pidiendo reforzar la vigilancia epidemiológica del ganado, particularmente de los chanchos, para determinar si el nuevo virus puede propagarse en estos animales y, desde ahí, saltar a los humanos.

Una razón para enfocarse en los cerdos, es que los coronavirus son los causantes de serios problemas de salud en las granjas intensivas de cerdos y desde allí están emergiendo nuevas cepas de virus.

La salud y la resiliencia deben estar en el centro de nuestros sistemas agroalimentarios, para ayudar a salvaguardar los antibióticos y evitar brotes de enfermedades enormemente perjudiciales. Pero si en vez de eso, escogemos incrementar los criaderos intensivos de animales, puede ser sólo una cuestión de tiempo antes de que afrontemos la próxima pandemia.

Se debe mejorar la vigilancia integrada

Margarita Corrales, representante de la Organización Panamericana de la Salud (OPS) manifestó que están trabajando intensamente con los países del área, para mejorar una vigilancia integrada, que no solo incluya la vigilancia clínica de salud humana, sino también la salud animal y los alimentos de origen animal. Estamos implementando un proyecto financiado por la Unión Europea que incluye todas las etapas, indicó.

Están intentando ayudar a los países, para ver sus planes de acción para una vigilancia integrada y mejorarlos, para que no queden brechas, porque aún no se tiene un control de los antibióticos, cuáles son y cómo se venden.

Con este proyecto están trabajando con Brasil, Uruguay, Argentina, Paraguay,  Chile, Perú y Colombia, porque muchos de ellos son grandes exportadores de carne a la Unión Europea, y por eso están trabajando para se mejore esta vigilancia.

El proyecto es parte de una alianza tripartita que trabajamos con la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) y la Organización Mundial de Sanidad Animal (OIE). La FAO se encarga del buen uso de antimicrobianos a nivel de granja, la OIE de la regulación y compilación de datos, para la venta y uso de antimicrobianos a nivel del país.

Almacenes agropecuarios expenden antibióticos en sobres multivitamínicos como promotores del crecimiento.

La Organización Mundial de la Salud (OMS) está detectando esta interacción entre las cepas resistentes en humanos y a nivel veterinario, y también estamos tocando el tema ambiente, porque no se está haciendo mucho a este nivel, pero es un gran problema, dijo.

Entonces están contactando con los Ministerios de Medioambiente, para que se unan y poco a poco,  lo integren dentro de sus planes de trabajo. Agricultura ya está concienciado y con Salud también estamos en ello, porque hay muchos temas, donde también está incluida la industria farmacéutica, los veterinarios tienen que cambiar sus prácticas y adoptar otra visión de la problemática en sí, explicó.

El uso de agroquímicos

Damián Marino, investigador y docente de la Universidad Nacional de La Plata-Argentina, que viene trabajando con el uso de agroquímicos, contó que tanto el problema de los antibióticos como de los plaguicidas es el mismo. 

Estamos frente a un dilema donde así como el uso del plaguicida genera especies resistentes y cada vez lleva a mezclas más complejas y a mayores dosis, con el tema del uso de antibióticos en la cría animal, estamos en una equivalencia del modelo, donde hay que aumentar las dosis y mezclarlo con otras sustancias. En los dos casos, somos nosotros los receptores de esas situaciones y creemos que todavía no hemos captado la dimensión, porque nos vemos como un universo aparte, cuando en realidad  somos parte de una biósfera, que tiene alterados los equilibrios, y va a evolucionar a una nueva situación de equilibrio natural, con o sin nosotros.

Hay muchos estudios que están apareciendo a nivel internacional, cuando uno mira el sistema completo de estos combos de producción, porque el antibiótico se le agrega al modelo, pero el balanceado está fundado en granos, en insumos que vienen de sistemas de producción transgénica y de base química, entonces le agregan el antibiótico. 

La salida es el cambio del modelo, pero esto no va a cambiar en un año o dos, tienen que ser políticas de Estado, orientadas a ir reduciendo el uso de a poco, y concentrar los sistemas de producción.

Alternativas para un cambio 

Sobre la pregunta de Soledad Barruti, comunicadora argentina que fue moradora del panel, de si en Europa hay granjas que han modificado ciertos patrones industriales, por ejemplo criaderos de pollos, y grandes marcas que han planeado salidas al uso de antibióticos. 

Colin Nunan respondió que un claro ejemplo es en Suecia con la producción porcina, porque destetan a los lechones entre una y dos semanas más tarde, y estos cambios en la producción sí se han visto reflejados en la disminución del uso de antibióticos.

En Holanda se comunicó a los consumidores que el sistema intensivo de producción de pollos de carne, era sumamente perjudicial para la salud del pollo, porque crecían en 5 semanas y esta campaña en los medios, hizo que los supermercados decidan reducir la compra del producto.

Esto ocasionó que los demás supermercados también pidan un pollo que crezca de manera más lenta, sin embargo, en Holanda la mayor parte de la producción de pollos se exporta, y ahí sí venden el pollo de crecimiento más rápido.

Se comparó el uso de antibióticos en los dos tipos de producciones, y se vio que los que producían más rápido, usan tres veces más antibióticos, que los que son de  crecimiento más lento.

¿Cuán importante y cuál es el efecto de los antibióticos sobre la salud del microbioma humano?

Arturo Quizhpe indica que los antibióticos no afectan solo a nuestro ambiente externo, no solo contaminan el aire, el agua, el suelo, ejercen presión selectiva y generan resistencia bacteriana, sino que también afectan nuestro cuerpo, al conjunto de seres invisible que habitan nuestras superficies e interior del cuerpo y afectan al microbioma. En los últimos años, se han realizado mayores esfuerzos para comprender el microbioma y cómo los antibióticos producen cambios en él. 

Un informe de La Escuela de Higiene y Medicina Tropical de la Universidad de Londres, explica que el intestino humano contiene una amplia gama de “bacterias buenas” llamadas microbioma, que aseguran una digestión saludable. Desafortunadamente, el uso generalizado de antibióticos y los cambios en las dietas, han causado estragos en el delicado ecosistema del intestino humano. Agotadas las bacterias buenas, las personas tienen problemas en la digestión, e inmunidad reducida frente a las infecciones. 

Necesitamos un abordaje integral que relieve el rol del medioambiente, el mal uso de los antibióticos, y sus efectos en los diferentes ecosistemas.Necesitamos superar la metáfora de la guerra contra las bacterias, reconocer y comprender las intersecciones entre los seres humanos, los animales, las plantas y el medio ambiente. Afrontar la resistencia como un problema de salud pública a través de un abordaje múltiple, con la participación de todas las disciplinas y áreas implicadas, confiados de que la Salud es una Sola, la Salud de la Madre Tierra.

Caty Ordóñez

Comunicadora Social con más de 16 años de experiencia en Periodismo, en diario El Mercurio. Ha trabajado también en importantes medios escritos y televisivos de la región como Diario El Tiempo y ETV Telerama.

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