Danzando con las bacterias sigue dando pasos de baile
El próximo 14 de septiembre se presenta nuevamente en Quito, en el Teatro México. Reserva tu pase, ¡no te la puedes perder!
“El principal objetivo de Danzando es hacer visible un personaje al que tú le tienes miedo”, me reconviene amablemente Alexis Zapata, mientras devoramos sendas pizzas en un pequeño ristorante de soberanía alimentaria, en el centro-norte de Quito. Nos acompaña, observante, Ana Cristina Bedón.
No se refiere a la llorona ni al fantasma de Canterville, no, se refiere a las bacterias. Danzando con las bacterias es una obra que, amalgamando armónicamente la música, la poesía, las artes visuales y el poder de la danza, lo que pretende es dar a conocer al público el verdadero rostro de las bacterias. Se presentará nuevamente este próximo 14 de septiembre, en el Teatro México de Quito.
Danzando se estrenó en el 2022 precisamente en la capital ecuatoriana, después de un rico proceso creativo propulsado y compartido entre el Ensamble del Viento, el Grupo Reimaginando la Resistencia y ReAct Latinoamérica, una red de instituciones académicas y organizaciones sociales dedicada a la contención de la resistencia bacteriana a los antibióticos, uno de los problemas más alarmantes de la salud global.
Estreno de Danzando en Quito (2022). Foto: Juan Freire, ReAct LA
Con sus 10 movimientos, que arrancan con la concepción de la primera bacteria hace cerca de 4.000 millones de años, en 2023, la obra viajó a la ciudad de Cuenca, donde ReAct Latinoamérica tiene su sede y donde se presentó ante alrededor de 500 maravillados espectadores. Este 14 de septiembre, repito, retorna a Quito.
Alexis Zapata es el joven director del Ensamble del Viento, un grupo de talentosos músicos que cultivan los ritmos y los aerófonos andinos, adscrito a la Escuela de Música de la Universidad de las Américas. Ana Cristina Bedón es una de sus privilegiadas voces.
“Danzando te saca de la zona de confort”, prosigue embalado el Alexis. Y te saca elegantemente, como con un paso de baile, iba a agregar yo, pero me callo para no interrumpir su arrebato: “Danzando con las bacterias tiene ya vida propia y me utiliza a mí como su instrumento. Somos mensajeros, somos chaskis (mensajeros en kichwa), porque la obra tiene ya vida propia”.
― ¡Vida propia! ―protestó en silencio mi yo más racional. Y como si me hubiera oído el pensamiento, Alexis se me anticipa y agrega: “En la orquesta, mis colegas músicos me saben molestar, porque siempre llego con partituras nuevas. Como mensajero que soy, si cambia la música y cambia la letra, tengo que cambiar la partitura”. Ana Cristina lo confirma con una sonrisa cómplice.
Para sofocar los reclamos de mi yo más racional, giro la conversación hacia temas más terrenales, por así decirlo: la presentación de la obra en Quito. Me comunica emocionado que Danzando se presentará con 80 artistas en escena, producto de la fusión del Ensamble del Viento con la Orquesta de Instrumentos Andinos. La Orquesta de Instrumentos Andinos, fundada en 1990 por el maestro Jorge Cela, es una institución cultural consolidada en la capital, actualmente dirigida por la maestra Jéssica Cárdenas.
“No existe una orquesta de instrumentos andinos con 80 músicos”, observa orgullosamente. “Sería la primera vez… Una orquesta sinfónica tiene 80 músicos, la orquesta andina, para ser tal, debe tener el mismo número”. Por tanto, esta segunda presentación de Danzando será mucho más envolvente que la anterior.
¿Qué significa danzar con las bacterias?
Pero lo que quizá muchos de ustedes se estén preguntando, a estas alturas, es de dónde sale la idea de danzar con las bacterias y qué significa. Bueno, Danzando con las bacterias es una metáfora. “Una metáfora es una imagen para hacer visible lo invisible, comprensible lo complejo”, especifica el pediatra ecuatoriano Arturo Quizhpe Peralta, director de ReAct Latinoamérica. “Por esa razón, las metáforas parten de experiencias cercanas y cotidianas. La guerra o la danza pueden y, de hecho, se usan metafóricamente, y son tan abarcadoras que podríamos llamarles metáforas madre”.
Si las bacterias son sinónimo de enfermedad y muerte, es lógico estar en guerra con ellas. El problema es que la metáfora de la guerra se basa en un conocimiento muy, pero muy limitado del mundo microbiano. Hoy sabemos lo que no se sabía en el siglo XIX y en la mayor parte del XX: que son incontables como las estrellas, que forman complejas comunidades llamadas microbiomas y que están en el centro de los sistemas alimentarios, la descomposición de los desechos, la mitigación del cambio climático y la salud humana. Hoy sabemos que sólo una ínfima fracción de bacterias es patógena para los seres humanos. Por tanto, “hay una profunda incongruencia entre la metáfora de la guerra y la verdadera función de las bacterias”, alerta la farmacéutica y artista australiana Mary Murray, una de las fundadoras del Grupo Reimaginando la Resistencia. “Lo que tenemos, en realidad, es la primacía absoluta de la simbiosis o, metafóricamente hablando, de la danza”.
El Ensamble del Viento presentando una versión breve de “Danzando con las Bacterias”, en el acto conmemorativo por los 120 años de la Organización Panamericana de la Salud (Quito). Alexis Zapata, en primer término. Foto: Cortesía, OPS Ecuador.
La metáfora de la guerra nos hace daño, dispara el uso de antibióticos; el uso de antibióticos, dispara la resistencia bacteriana; la resistencia bacteriana, las enfermedades infecciosas intratables. Y al final, la morbilidad y la mortalidad humana en el mundo.
De ahí que, para ReAct Latinoamérica, danzar con las bacterias implica aprender a tener en cuenta con quién y qué se danza; tener en cuenta nuestros preciados microbiomas al usar antibióticos; en cuenta, el incremento de la morbilidad y la mortalidad humana, animal y vegetal, a causa del aumento de la resistencia bacteriana; en cuenta que, por medio de las excretas, una parte importante de los antibióticos consumidos terminan contaminando aguas y suelos. Aprender a danzar, en definitiva.
Comer pizza es danzar con las bacterias
Conversamos de todas estas cosas con el Alexis, mientras dábamos cuenta de un plato en cuya preparación intervinieron los microbios: las levaduras para fermentar la masa y las bacterias para preparar el queso. Por eso, recordando a un campesino genial del noroeste de Argentina, que decía que los microbios del suelo eran los cocineritos de las pantas, y sin restarles mérito a los pizzeros, pensé: “¡Qué bien cocinan los microbios!”.
Quito, atrévete a danzar con las bacterias, al ritmo de la Orquesta de Instrumentos Andinos y el Ensamble del Viento, este 14 de septiembre, en el Teatro México.
¡Te esperamos, con todas tus bacterias!